Luego de dos horas y media de vuelo desde Seúl, llegamos al aeropuerto de Narita, en Tokyo. De ahí tomamos un tren que en una hora y media nos depositó en una estación del centro de la ciudad llamada Ueno.
Al salir a la calle el la imagen no fue muy impactante, más bien un poco oscura y no exponencialmente diferente a Constitución. Tomamos un subte para ir al hotel, y cuando salimos, las avenidas anchas, los edificios que parecían ser residenciales, y el aire de domingo a la tarde con poca gente circulando, me hizo sentir que estaba caminando por Av Directorio, o a lo sumo Pedro Goyena, nada de Asia ni mucho menos el superpoblado Tokyo.
Pasaba gente relajada, una mina con la bolsita de regalo como yendo a un cumpleaños, algún adolescente tardío que se notaba recién levantado y pos-tresaca, y alguno en jogging paseando al perro. (comentario al margen, por una japonesa supimos que en Tokyo la gente alquila perros el fin de semana para sábado y domingo, ya que no tienen ni lugar ni tiempo para cuidarlos durante la semana, se conforman con pagar y pasear uno cuidado por un comerciante dedicado al rubro).
En breve nos dimos cuenta que aunque le querían poner onda, no hablaban inglés para explicarnos, y como de costumbre abandonados por gps de google cuando más se lo necesita, llegamos al hotel luego de haber dado algunas vueltas demás. Lo primero que hicimos una vez acomodados fue salir hacia el barrio de Asakusa donde nos esperaba, además de la noche tempranamente caída (18 hs) un templo Sintoísta llamado Senso-Ji.
Entre la puerta de entrada que se ve acá y los templos propiamente dichos, habia una calle comercial muy iluminada y llena de curiosidades. Entre ellas unos pescaditos hechos de la misma masa y rellenos de los alfajores taiwaneses que algunos de ustedes conocen.
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Presenciamos una especie de rito bastante particular, y preguntamos de que se trataba. En la foto se ve a una mujer que lo está haciendo. Se trata de sacar un palito de una lata, y según el número que te toca abrís el cajoncito de madera correspondiente. Se toma una hojita de ese cajón donde explica la buena o mala suerte que tendrás en el próximo tiempo. Si se trata de un pronóstico feliz, te lo llevás, mientras que si es triste, lo atás en los alambres de la izquierda como para deshacerte de la mala fortuna.
Todo un arte el sacarse fotos solos!
